Quizás
los membrillos sean para mí los frutos más inspiradores del otoño, por su
perfume fresco y el color dorado de la cáscara, que me recuerdan a mi niñez; cuando para esta época solíamos ir con mamá a cosecharlos a una planta que estaba escondida en el monte. Recuerdo que teníamos un alambre largo doblada en uno de
los extremos a forma de gancho y que mamá usaba para sacudir las ramas haciendo que los membrillos
cayeran al suelo; mientras yo esperaba a un costado el
momento de juntarlos. Luego volvíamos a casa felices con los baldes llenos de fruta que mas tarde se transformaría en mermelada, jalea y dulce compacto.
Para
mi receta utilizo:
-
1 kg de membrillos pelados.
-
750 gr de azúcar.
-
Agua, cantidad necesaria.
Preparación:
- lavamos y pelamos los membrillos. Les quitamos las semillas y los cortamos en cubos.
- agregamos el azúcar junto con un poco de agua, apenas para cubrir.
- cocinamos a fuego fuerte hasta que rompa el hervor.
- una vez que la fruta esté tierna la deshacemos con un pisapapas.
- bajamos la llama y continuamos cocinando revolviendo de vez en cuando con cuchara de madera.
- la mermelada estará en su punto cuando logre una consistencia firme y de color granate.
- envasamos en caliente en frascos esterilizados.
Preparación:
- lavamos y pelamos los membrillos. Les quitamos las semillas y los cortamos en cubos.
- agregamos el azúcar junto con un poco de agua, apenas para cubrir.
- cocinamos a fuego fuerte hasta que rompa el hervor.
- una vez que la fruta esté tierna la deshacemos con un pisapapas.
- bajamos la llama y continuamos cocinando revolviendo de vez en cuando con cuchara de madera.
- la mermelada estará en su punto cuando logre una consistencia firme y de color granate.
- envasamos en caliente en frascos esterilizados.
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